La increíble exactitud del algarrobo como origen del quilate.
Parte 1: Viajando por la historia
El algarrobo mediterráneo (Ceratonia Siliqua), es un árbol milenario ya venerado por las antiguas civilizaciones indoeuropeas. Su origen parece situarse en el Mediterráneo Oriental (Líbano e Israel).
En la época de los faraones, los antiguos egipcios ya alimentaban a sus animales con sus frutos, y se perfumaban con heneku, la esencia de sus semillas. Además, es un árbol que se adapta a tiempos de sequía (se han encontrado raíces de más de 30 metros de profundidad), produce una excelente leña y muy buen carbón.
Pero la particularidad que queremos destacar hoy es su sorprendente regularidad a la hora de producir semillas de un peso y tamaño constante. Una increíble propiedad que ya utilizaron sabiamente los pueblos en la antigüedad.
Viajemos en el tiempo con nuestra imaginación. Somos comerciantes de piedras preciosas y perlas de hace 400 años. Las gemas circulan en el comercio internacional y los barcos de las rutas de la seda y de la recién descubierta América ya hace años que entre telas y especias traen perlas naturales de Asia, esmeraldas de Colombia, rubíes de Sri Lanka, y malaquitas de los Urales.
En el comercio ya se usan las balanzas, pero para pesos mucho más grandes. Se pesan sacos de alimentos, animales enteros, haces de leña… pero ¿cómo pesar un puñado de perlas de manera exacta?
Además, como la precisión de las balanzas de entonces no era la actual, y el comercio de gemas es un mercado internacional, esas perlas tienen que pesar lo mismo en el Líbano, en Cartagena de Indias, en Japón y en el puerto de Sevilla, por donde llegan a la península Ibérica.
La solución la tenemos al alcance de la mano. En el establo de nuestra propia casa, en el campo a las afueras del pueblo, en la gran ciudad, y por todo el Mediterráneo: las semillas del algarrobo. El origen exacto es incierto, pero se sabe que se comenzó a utilizar ese peso constante de sus semillas en el comercio de perlas y piedras preciosas.
Todas sus semillas tienen una forma y un peso prodigiosamente constante: 0,2 gramos. De hecho, el gramo y el kilo son términos internacionalmente acuñados mucho después, en 1889.
En aquella época, la mejor manera de saber cuánto pesaba, y por tanto, qué valor darle a ese puñado de perlas del que estamos tratando, era pesarlo en una balanza con semillas de algarrobo como contrapeso. Ya hiciéramos el experimento en Madrid o en Londres, el puñado de perlas de nuestra imaginación pesaría 50 semillas exactas: 10 gramos.
Sería siglos después cuando ese peso patrón o referencia de la semilla del algarrobo se normalizó en 0,2 gramos, dándole el nombre de quilate. El término “algarrobo” proviene de la denominación árabe Al kharoubah, por ello el nombre del árbol tiene equivalencias en otros idiomas mediterráneos: kharub (hebreo), caroube (francés), carruva (italiano) y algarrobo en español. Por eso se considera que es la raíz de la palabra “al carat” y carat (árabe, inglés).
Desde entonces, las gemas se pesan en quilates, por ser una unidad de medida menor y más cómoda que el gramo.
Un pequeño diamante talla brillante de 2 milímetros, por ejemplo, suele pesar 0,03 quilates (expresado 0,03 Ct). Una unidad de medida evidentemente más cómoda que 0,006 gramos.
Es importante no confundir el quilate como medida de peso, con el kilate como medida de pureza del Oro. Una confusión común no solo entre los neófitos, si no lamentablemente también entre muchos profesionales del sector de la joyería y gemología. En un próximo post analizaremos las diferencias.